07 abril 2007

Mi abuela —que no era tuerta— me decía:
“Las mujeres cuestan demasiado trabajo o no valen la
pena. ¡Puebla tu sueño con las que te gusten y serán tuyas
mientras descansas!
“No te limpies los dientes, por lo menos, con los sexos
usados. Rehuye, dentro de lo posible, las enfermedades
venéreas, pero si alguna vez necesitas optar entre un
premio a la virtud y la sífilis, no trepides un solo instante:
¡El mercurio es mucho menos pesado que la abstinencia!
“Cuando unas nalgas te sonrían, no se lo confíes ni a los
gatos. Recuerda que nunca encontrarás un sitio mejor
donde meter la lengua que tu propio bolsillo, y que vale
más un sexo en la mano que cien volando.”
Pero a mi abuela le gustaba contradecirse, y después de
pedirme que le buscase los anteojos que tenía sobre la
frente, agregaba con voz de daguerrotipo:
“La vida —te lo digo por experiencia— es un largo
embrutecimiento. Ya ves en el estado y en el estilo en que
se encuentra tu pobre abuela. ¡Si no fuese por la esperanza
de ver un poco mejor después de muerta!...
“La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las
pupilas. Poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario,
y aunque los mosquitos vuelen tocando la corneta,
carecemos del coraje de llamarlos arcángeles. Cuando una
tía nos lleva de visita, saludamos a todo el mundo, pero
tenemos vergüenza de estrecharle la mano al señor gato, y
más tarde, al sentir deseos de viajar, tomamos un boleto en
una agencia de vapores, en vez de metamorfosear una silla
en transatlántico.
“Por eso —aunque me creas completamente chocha—
nunca me cansaré de repetirte que no debes renunciar ni a
tu derecho de renunciar. El dolor de muelas, las estadísticas
municipales, la utilización del aserrín, de la viruta y otros
desperdicios, pueden proporcionarnos una satisfacción
insospechada. Abre los brazos y no te niegues al clarinete,
ni a las faltas de ortografía. Confecciónate una nueva
virginidad cada cinco minutos y escucha estos consejos
como si te los diera una moldura, pues aunque la
experiencia sea una enfermedad que ofrece tan poco peligro
de contagio, no debes exponerte a que te influencie ni tan
siquiera tu propia sombra.
“¡La imitación ha prostituido hasta a los alfileres de
corbata!”

4 Comentarios:

Iván dijo...

A tu abuela le faltaría algo de visión pero era certera a la hora de apuntar con las palabras.
Me ha hecho pensar. Y, en los tiempos en los que vivimos, no es algo que se pueda decir todos los días...
un saludo!

Anónimo dijo...

Muy muy bueno! se ven un poco las costuras de Girondo (y algo de Benedetti??) Pero igualmente muy muy bueno....!!

Amígdala dijo...

Andy, es un texto de Girondo y no creo que haya conocido a Benedetti. Si te gustó, y te pareció muy muy bueno, te gustarán también los otros poemas de ese autor del libro que trata de espantar pájaros...
Al editor, por favor, colocar fuente... 14, Espantapájaros, O.G, 1932. Oh, Dios, no causa risas

Amígdala dijo...

Indignada aunque pienso que intentó hacer pura realidad como diría Wendy. Que así sea. Con respecto a los comentarios de las personas, nos preguntamos, ¿nadie sabía que se trataba de un texto de Oliverio Girondo?, ¿todos pensaron que el autor del blog lo había escrito?, ¿cuán conocido es Girondo? El editor intentó jugar con ustedes.
Una estafa. Apuesto que si ponemos un fragmento de Sábato o Arlt ¡¿todos pensarían que lo escribió el autor del blog?!...¿Qué les pasa? ¿perdieron la capacidad de sospechar?, el editor jugó con ustedes, aunque desconozco su verdadera intención más creo debe ser esa. Acuso. Todo lo ocurrido los sienta en la silla a pensar sobre su calidad como lectores de blog ¿o no les interesa tenerla?.