29 enero 2010

Más allá de la carretera hay árboles cercanos entre sí, quienes dejan pasar un haz de luz delgadísimo entre sus hojas. El color verde claro de las hojas en primavera hace felices a los seres. Cada tanto hay personas, también cercanas entre sí, pero lejos de los árboles. Lejos de esas cosas.

Paradójicamente, no hay carretas que pasen. Hay venados e insectos comestibles similares a los muñequitos made in china.

Hay rumores sobre la vida luego de la carretera, todos mitos. Los que viven en sus hogares están contentos cuando ven los árboles con telescopio. Casi nunca hablan ni hacen nada. Están solos para siempre porque no logran comunicarse con los que pasan por la carretera. No son una célula, quieren conocer aliens. De a poco la muerte los envolvía. Es verdad que están vivos, pero también están muertos. Lo importante es saberlo, lo demás es absurdo, piensan los árboles.

El más fuerte es el venado. La realidad nunca fue un problema para él. Por eso es absurdo pensar en la fuerza, a nadie se le ocurriría. Aunque existe.

La tragedia se materializa entre los ojos cuando todos olvidan todo. Todos los autos que pasan chocan contra un muro gigante de concreto creado por el hombre y la naturaleza en conjunto. Un kilómetro antes, hay un letrero que dice "mínima 218km/h".